Desde el silencio
Dependencias… ¡ay de ese elefante en la habitación! - Con Raquel Paiz

Antes de nada, permítanme una aclaración. Escribo esta nueva entrada en el blog desde cierto estado de perplejidad y sorpresa. Y es que, como instructora certificada en el programa MBAR para el apoyo a la recuperación de conductas compulsivas, dependientes y adictivas con Mindfulness, y con verdadera vocación de poner al servicio de la causa, tremenda herramienta, me veo en la “obligación” de darle cierta publicidad. Y cuál es mi sorpresa de un tiempo a esta parte… que, al nombrar las palabras “adicción”, “dependencia” o “compulsión”, me doy cuenta de que siguen siendo ese enorme elefante en la habitación, al que no queremos mirar.

Como comunicadora de profesión y cierta de-formación (lo reconozco), a veces, me pregunto qué no hacemos o qué estamos haciendo mal, que, al hablar de adicciones, compulsiones o dependencias, aún sigue habiendo un profundo estigma y un gran sesgo. Y, por tanto, un gran rechazo. Es como si al hablar de conductas adictivas, ya sea a sustancias químicas o de carácter comportamental, siguiéramos pensando que no es cosa nuestra. Hablar de conductas adictivas es como hablar de ese gran elefante en la habitación al que nos cuesta mirar aún.

Y esto, a pesar de que, por definición, las adicciones no pueden limitarse solo a las conductas generadas por la dependencia de sustancias químicas, como opiáceos, ansiolíticos, nicotina o alcohol. En la actualidad, existen otro tipo de adicciones que cada vez cobran más fuerza -y cada vez a edades más tempranas- como son las adicciones psicológicas y conductuales.

Miren.

Les confieso que no entiendo cómo las charlas, presentaciones, reflexiones y debates públicos sobre el tema no concitan el interés social. O, al menos, no el que debería un problema de esta magnitud. No entiendo cómo no abordamos el tema sin tabúes. Es más, no entiendo cómo la mayor parte de la sociedad sigue “haciendo la vista gorda” ante un problema que nos concierne a todos y a todas. Y si nos cuesta verlo en términos de drama social y familiar… ni hablar ya del coste para nuestra sanidad y, por ende, para nuestras arcas públicas.

Quizá sea yo…

Soy una persona de barrio. Nací en los años 70 del pasado siglo, de la pasada centuria… y del pasado milenio… sí. Y en aquellos años, el consumo de tabaco, alcohol y cannabis era absolutamente normal. Si me apuran, denotaba cierto aire de empoderamiento y de “tía molona”.

En aquel contexto, el alcoholismo, los estados continuos de embriaguez y la enfermedad mental…  se normalizaron. La España de los 70 y de los 80, en la que me crie, era la España de los “Toros de Osborne” en las carreteras; del Veterano, del Soberano, del tío Pepe…

De aquel vaquero bien parecido contemplando el horizonte a lomos de su caballo y el paquete del Marlboro… (Menudos años…)

 

Pero la historia no queda ahí.

En la actualidad, en este país, según la Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (2022), el alcohol sigue siendo la sustancia que más se consume y que mayor adicción genera. Tabaco, hipnosedantes (con y sin receta médica) y cannabis son las sustancias que le siguen.

El 12% de la población española dice haber consumido cocaína alguna vez en su vida. El 2,4%, en los últimos doce meses. El 1,4% en el último mes…

Si hablamos de sustancias nuevas, no crean que los datos son menos alarmantes.

 

Pero, ¿qué me dicen de las adicciones comportamentales?

Sí. Sí. Han leído bien. Adicciones a pantallas, juegos y redes sociales; compras compulsivas; ludopatía; adicción al sexo; adicción al porno; trastornos compulsivos en la alimentación; codependencia emocional; coadicción… O la “adicción ontológica”, como la nombra mi maestro Carles Ruiz-Feltrer, o lo que es lo mismo, la adicción a uno mismo, o el “yoísmo”, si me permiten el palabro…

 

Solo por aportarles un dato curioso…

¿Sabían que el 58% de los menores llega al porno antes de los 13 años? Según un informe de Save the Children, “el 53,8% de las personas encuestadas accedió por primera vez a la pornografía antes de los 13 años, y un llamativo 8,7% lo hizo antes de los diez años. La edad media global de visionado de estos contenidos es de 12 años (en concreto, antes de los 12 años para los chicos y de los 12 para las chicas)”.

No sé. ¿Qué quieren que les diga? Yo… honestamente no lo entiendo. No entiendo qué estamos haciendo mal o qué no estamos haciendo para que cada charla sobre conductas adictivas, compulsivas y dependientes, no cuelgue el “cartel de completo”. No lo entiendo… No entiendo hasta cuándo el elefante en la habitación.

Raquel Paiz

Desde el silencio

Raquel Paiz

Periodista. Comunicadora. Autora le libro "Conversaciones en la azotea" en la colección Ites de Olé Libros en 2022.

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