Contemplaciones 2.0
Los tres defectos del recipiente... y los accidentes laborales, por Carles Ruiz-Feltrer

Una taza de té [i]

Nan-in, un maestro japonés que vivió en la era Meiji (1868-1912), recibió a un profesor universitario que acudió a preguntarle acerca del zen. Nan-in le sirvió té. Vertió el líquido hasta llenar la taza del visitante y siguió vertiéndolo. El profesor contempló el té que se derramaba hasta que ya no pudo contenerse:

 –Está completamente llena. ¡No cabe una gota más!

–Al igual que esta taza –le dijo Nan-in–, usted está lleno de sus propias opiniones y especulaciones. ¿Cómo puedo mostrarle lo que es el zen a menos que primero vacíe su taza?

En los últimos meses, en el marco de una de mis colaboraciones, el tema de la prevención de riesgos y seguridad de las personas en el ámbito industrial ha sido, desgraciadamente, un tema recurrente. La primera semana de octubre fue especialmente dramática en este aspecto.

 

A pesar del esfuerzo invertido por las empresas, en la formación en este campo, continuamos siendo testigos de accidentes – en algunas ocasiones mortales-, que se repiten en el tiempo y que podrían prevenirse – y posiblemente evitarse – si pusiéramos mayor atención consciente en nuestra vida.

Hay una instrucción budista que nos señala el modo correcto de escuchar las enseñanzas que tiene dos aspectos: la motivación y la escucha correctas.

Creo que viene muy bien al hilo de la  primera parte del artículo. Eso sí, adaptando su contexto al de las “enseñanzas” sobre la prevención de accidentes y la mejora de la seguridad laboral.

La motivación se expresa como la aspiración a que nuestros pensamientos, palabras y conductas sean del mayor beneficio los demás, entre los que por supuesto estamos nosotros mismos. Otra forma de expresarlo sería decir que nuestras acciones no causen daño a los demás ni a nosotros mismos. Esta aspiración hay que cultivarla y una recomendación al iniciar cualquier actividad es que conectemos esa motivación que la realicemos con la mayor atención consciente.

Me centraré ahora en la conducta correcta a la hora de participar en las formaciones que recibimos en la empresa. Para el tema que nos ocupa, voy a referirme a aquello que debemos evitar ayudándome de una analogía de la tradición budista que, a mi entender,  ilustra el problema que estamos tratando.

Esta analogía se conoce como los tres defectos del recipiente. Aquí los recipientes somos nosotros como asistentes a los cursos de formación se ofrecen en el tema de prevención de riesgos y seguridad laboral.  Veamos cuáles son.

    1. El primer defecto: poner el recipiente hacia abajo. No escuchar es como ser un recipiente puesto boca abajo. Seguramente todos conocemos esa expresión de oír, pero no escuchar. Estamos de cuerpo presente, pero con la mente ausente. No importa cuánto “alimento” intentes poner en la copa, nunca va a quedar nada en ella. Este es el primer defecto. Ahí la atención es una cualidad indispensable. La práctica de mindfulness es una buena manera de mejorar nuestras redes neuronales para prevenir las distracciones en sus distintas formas com estar en “piloto automático”, estados de ensoñación, etc.
    2. El segundo defecto es ser como un recipiente con agujeros. No poder recordar lo que se ha escuchado es como ser un recipiente agujereado. Nada de lo que se vierte se guarda. Hay que dar tiempo para reflexionar y entender lo que se enseña. De lo contrario no se retiene nada de lo que escuchamos. Este defecto se manifiesta en la actitud con la que, a veces, asistimos a las formaciones. En ocasiones lo hacemos con el ánimo de cubrir el expediente, como un mal necesario. En otras, seguimos corriendo en pos de más conocimientos sin integrarlos ni el tiempo necesario para aprovechar sus beneficios. Muchos de los accidentes laborales podrían evitarse integrando y recordando los contenidos de las formaciones recibidas.
    3. El tercer defecto es ser como un recipiente contaminado. Mezclar lo que oímos con prejuicios previos o emociones negativas es como introducir el contenido en un recipiente con veneno. Cuando la motivación con la que escuchamos no es la correcta, la formación perderá todo su sentido. Cuando asistimos a las formaciones sin la adecuada predisposición ni con un estado mental sereno y claro, incluso aquello más valioso que nos puedan enseñar se contamina y pierde su valor. Solo hace falta verter inadecuadamente 1 litro de aceite usado para contaminar miles de litros de agua limpia.

Para finalizar, voy a referirme a la actitud que recomienda el maestro del cuento que abre el artículo: la mente de principiante.

 

El maestro Shunryu Suzuki contribuyó de manera decisiva a la difusión este estado de la mente a través de sus enseñanzas en la década de los 60. Una mente que puede ayudarnos a colocar el recipiente en la posición adecuada.

“En la mente del principiante hay muchas posibilidades; pero en la del experto hay pocas”.

Shunryu Suzuki[i]

[i] Senzaki, N., Reps, P. (2018): 101 cuentos zen. Ed. Galaxia Gutenberg, Barcelona.

[i] Shunryu Suzuki (2012):  Mente Zen, Mente De Principiante: Charlas informales sobre meditación y la práctica del Zen. Gaia Ediciones. Madrid.

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Carles Ruiz-Feltrer

Contemplaciones 2.0

Carles Ruiz-Feltrer

Profesor Mindfulness – Certificado Programa MBSR por IMTA. Coach directivo. Autor del libro "Mindfulness práctico" de Ed. Oberon

2 respuestas a “Los tres defectos del recipiente… Y los accidentes laborales”

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