“Una vez un rey paseaba por el bosque y vio a un pobre viejecito que se afanaba en un surco. Se acercó a él y vio que estaba plantando nogales. Le preguntó por qué lo hacía y el viejecito le respondió: Me encantan las nueces. El rey le dijo: Anciano, no afanes tu encorvada espalda sobre ese hoyo. ¿Acaso no ves que cuando el nogal crezca tu no vivirás para recoger sus frutos? Y el anciano le respondió: Si mis ancestros hubieran pensado como vos, majestad, yo nunca hubiera probado las nueces.”

De Juan Gómez Jurado

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